"La Moscardita" en revista El Monitor

La Moscardita
Cada vez que Tomás entra a bañarse encuentra una mosca. Asomada desde un rincón, lo espía. Algunos días se acerca hasta el borde de la bañera y le grita: ¡Basta con el vapor! ¡No ves que se me empañan los vidrios del living! Y él la salpica para que se calle. Deja caer el agua sobre las mejillas, tarda un rato en pasarse el jabón y no cierra la canilla hasta que se le cubren enteros los pies. Mientras piensa que la mosca se fue, disfruta quedarse debajo del chorro esperando, vaya uno a saber… Entonces ella se asoma por la ventana y canta:
Se dice de mí,
se dice que soy mosca,
que aleteo sin rodeos,
que soy fea y que me muevo
con un aire compadrón,
que parezco a Quasimodo
mi nariz es puntiaguda,
la figura no me ayuda
y mi boca es un buzón.

Tomás la ignora al principio. Y la mosca hace malabares para cubrirse las patas y que no se le humedezcan. El juega, hace burbujas. Y ella… que vuela por encima de la ducha, que patina sobre el jabón. Ahí, en la unión del azulejo con la bañera, vive La Moscardita:
Si vuelo así de acá para allá,
hablando de mí las chusmas están.
Critican si ya veneno comí,
se fijan si voy, si vengo o si fui.
Pero cuando Tomás abre los ojos para cerrar la canilla y la escucha zumbar, le revolea la esponja ¡Lo está molestando por millonésima vez!
Se dicen muchas cosas,
mas mi forma no interesa
porque pierden la cabeza
ocupándose de mí.
A Tomás se le ocurre hacer espuma con el champú y tratar de atraparla con burbujas. Pero la Moscardita las esquiva a todas. Él sopla una, ella se mueve hacia un rincón. Él manotea con jabón el aire, ella vuela alrededor. El chapotea, ella desaparece en lo alto del techo.
Yo sé que muchos me desprecian, no me quieren
y resoplan y se inquietan cuando piensan dónde estoy.
Y más de uno me persigue si revuelo
y se quedan si los miro sollozando oy oy oy.
No hay caso, La Moscardita se oculta a cada pestañeo. Todavía se escucha ese zumbido.
Podrán decir, podrán hablar
y murmurar y rebuznar,
mas la fealdad que Dios me dio,
más de una pulga me la envidió
y no dirán que me engrupí
porque modesta siempre fui.
Yo soy así.
Tomás se sienta en la bañera, meneándose hasta lograr olas y espantarla. ¡Ahora sí que no va a posarse cerca!
Y ocultan de mí…
me ocultan las comidas
un pedazo de sandía
una jarra de sangría
por si un huevo pongo ahí.
Cuando parece que ya no está, Tomás se enjuaga la cabeza con los ojos cerrados. Y entonces siente una cosquilla en la nariz justo cuando se va a poner la crema de enjuague. Entreabre los ojos cuidando que no le entre champú y la ve. Paradita en la punta, como señalándolo con el índice.
Critican si ya ahí me posé,
se fijan si voy, si vengo o quedé.
Se dicen muchas cosas,
mas mi forma no interesa
porque pierden la cabeza
ocupándose de mí.
Tomás se queda inmóvil mirando qué hace ese punto minúsculo posado en su nariz. La Moscardita se acerca hacia los ojos, y se vuelve a la punta. De acá para allá, abriendo y cerrando las alas. De pronto se escucha la puerta del baño. Es la mamá de Tomás. Cuando la ve acercársele de prepo, La Moscardita sale volando, zumbando… Desde el ventilete viene una ráfaga que la eleva y aprovecha para esconderse.
Podrán decir, podrán hablar
y murmurar y rebuznar,
mas la fealdad que Dios me dio,
mucha moscarda la envidió.
Y no dirán que me engrupí
Porque una mosca siempre fui.
Yo soy así.
Che…y que no se fijen más
si voy,
si vengo
o si Flit…

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