Frasco de luz

Zoe metió el último bichito de luz en el frasco y lo cerró. Le hizo unos agujeros diminutos para que pudiesen respirar. Lo agitó despacio así movieran las colas y de a poco fuesen haciendo dibujos de luz.

Con la figura reflejada del mar, Zoe le dio un mordisco a la luna. Cuando apareció una ola, de esas rasposas con espuma, sorbió a la noche desde el pico de una botella que traía un mensaje y quedó anclada entre dos piedras musgosas. Ya cuando los bichitos de luz titilaban para iluminar otra imagen, Zoe se había acomodado junto a un mejillón. 

Pudo ver llegar al barco. Se veía cerca y lejos a la vez, apoyado en la línea en que la noche se come al mar. Y viceversa.

Zoe guardó un pestañeo para despedirlo. Comenzó a respirar en frío mientras que un vaivén de cuna la acercaba a su encuentro. El silencio seco en los oídos traspasó ecos de profundidad. Tironeada, hundió el brillo verde que la acobijaba. Dejó recuerdos en frascos, noches de luz y bichitos de cristal.  


                                                                                                                                                        LUS






Ilustración: Luciana G. Verbauwede http://lugverbauwede.blogspot.com/ 

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